(Miguel de Santiago, en Ecclesia). Las actas de los mártires españoles durante la guerra de 1936-1939 son realmente impresionantes por numerosos motivos. Y son admirablemente ejemplares, como quizá nunca se hayan dado en dos mil años de cristianismo.

Acabamos de leer la obra Morir al alba (Bartolomé Blanco: la fuerza de la vida) del sacerdote salesiano y profesor José Miguel Núñez. El protagonista es un seglar, joven animador del Oratorio salesiano de Pozoblanco, obrero de familia humilde y luchador comprometido por la justicia social, que fue fusilado a las pocas semanas de comenzar la Guerra Civil, con solo veintiún años de edad, por su compromiso con el Evangelio.

El autor del libro recorre la corta vida de Bartolomé y la enmarca perfectamente en los ambientes social, religioso y político: la familia en Pozoblanco, la orfandad desde muy niño y la acogida que le dispensaron sus tíos, la identificación con el estilo salesiano, el compromiso sociopolítico en favor de una sociedad más humana, más justa y más cristiana, la Acción Católica, el aprecio que le tiene Ángel Herrera Oria cuando lo lleva a formarse en el Instituto Social Obrero y a conocer las experiencias del sindicalismo obrero católico de Cardijn en Europa, el incipiente noviazgo, el servicio militar en Cádiz sin abandonar su vida espiritual y durante el cual observó con sus propios ojos la persecución religiosa que se desataba en aquella ciudad, el ambiente prebélico, la persecución desatada, el martirio. En fin, todo un interesante recorrido por la corta, pero intensa, vida de Bartolomé.

Vivió e iluminó la realidad de su tiempo con la experiencia de la fe y actuó con criterios evangélicos. Esto lo llevó al martirio en aquel ambiente de hostilidades. En un bello y pulcro estilo, encontramos preciosos y conmovedores apuntes donde el padre Núñez narra el momento del enamoramiento, percibimos la crudeza de las profanaciones y asesinatos, delaciones y denuncias falsas que acarrearon innumerables muertes, nos hace llegar el dramatismo en las horas previas al asesinato de Bartolomé y aporta transcripción de las últimas cartas del condenado, declarando el perdón para todos.

Un relato más, el de este jovencísimo laico andaluz, que viene a sumarse a la ejemplar historia de la Iglesia española en los años de la Guerra Civil y engrandece la larga lista de mártires que en nuestra patria fueron ejecutados por su fe y su compromiso con Jesucristo y su Iglesia. El libro está muy bien escrito, dentro de la sencillez que otorga la narración lineal, con pulso literario y emotivo.

Miguel de Santiago

Ecclesia 4.095 (30 de octubre de 2021) 49.