(F. Isidro Aragón, en Studium). «Todo depende de esto: se trata de saber si se vive o no el Padrenuestro … todo lo demás es un ‘correr tras el viento’. Y corremos el riesgo de no ser discípulos de nadie. Y nadie nos creerá». Así cerraba su presentación a este libro, con una carta abierta, el Padre David Maria Turoldo.

Y su referencia también es válida para el lector de hoy de este texto, que es uno de los más sentidos y profundos del Padre Ermes Ronchi. A través de una lectura que conjuga teología y poesía, como le es propio, el autor nos introduce verso a verso en la comprensión de la oración que Jesús enseñó a sus discípulos, es decir, a nosotros.

Una oración que, recuerda el padre Ermes, no es una fórmula, sino una experiencia de relación, un «shock existencial», la posibilidad que se nos ofrece de encontrarnos con un Dios que es padre y nos enseña a ser hijos según su corazón. Al principio no hay oración La oración no es el primer acto del hombre.

Es necesario estar vivos para saber cómo rezar. Primero hay una experiencia, un llanto, la pasión del dolor, un amor, la caricia de la alegría. En esa fuente es donde nace la oración como súplica y como canto, a veces como una sorpresa.

F. Isidro Aragón

Studium LXI, fasc. 1 (enero-abril de 2021) 168-168.